Reiner Kamlah

14 junio - 18 julio

 

 
         
 

Rainer Kamlah investiga en su obra esta separación de poderes. El título de la exposición está tomado de la casilla de la cárcel del juego del Monopoly. Sus instalaciones y dibujos muestran impresiones de películas del género penitenciario que, en su mayoría, se basan “en hechos reales”. Estas películas se concentran a menudo en espectaculares situaciones como evasiones y revueltas. Los protagonistas son condenados injustamente (lo que realmente constituye un lugar común dentro del género), o se tratan temas extremos como “la pena de muerte, la corrupción, la violencia y el sadismo”.

El éxito de estas películas reside seguramente en un peculiar voyeurismo del espectador. La sensación de estar en prisión sólo de visita (Just Visiting, como en el Monopoly) sirve de consuelo. Pero también es una forma de división del conocimiento – conocimiento de las representaciones de la cárcel. Este conocimiento no indica obligatoriamente una experiencia real. Nuestras representaciones de la cárcel se derivan de diversas mediaciones – a menudo de películas.

Kamlah desarolla sus dibujos sobre la base de fotogramas recogidos de distintas películas. Muestran pequeños detalles de celdas, aunque no aparecen los reclusos (a lo sumo se dejan adivinar bajo una manta). Los objetos tambien se apoyan en requisitos fílmicos. Las variaciones de los ponchos (como abrigo o como reminiscencia del túnel) tienen que ver con la película Against the wall, en la que los presos confeccionan ropa de abrigo a partir de las mantas de la prisión durante la revuelta legendaria de la cárcel de Attica (EE.UU), para ocultar el uniforme penitenciario.

El punto de partida de su trabajo es por lo tanto el interés de la cárcel como lugar ficticio. Ya que este lugar forma parte de nuestra imaginación como modelo de firmes estructuras sociales, su obra adopta una distancia necesaria para analizar nuestros cuerpos sociales disciplinaros.

 

El sistema penitenciario actúa como espacio de poder de nuestra sociedad. En este marco, los reclusos deben cumplir su condena con restricciones sociales y culturales, sirviendo igualmente la condena como acción judicial para obtener justicia. Esto, sin embargo, no fue siempre así. En su monografía Vigilar y Castigar, Michel Foucault ha enfrentado dos formas distintas de demostración de poder. Al comienzo de la Edad Media y en la temprana Edad Moderna la representación del poder se orientaba hacia el castigo corporal. En cierto modo, la ejecución del castigo físico dentro de un modelo social jerarquizado - con un rey próximo a la consideración divina - no debía hacer justicia, sino restablecer el poder dañado.

En la actualidad las prisiones, como expresión de una sociedad moderna, se fundan en la disciplina de los cuerpos. Por medio de la reglamentación severa del tiempo, los trabajos forzados, o el control absoluto (torres de vigía, control directo de los funcionarios de prisiones, baja iluminación, escaso mobiliario, celdas divididas únicamente por rejas (EE.UU), mirillas en las puertas (Europa)), el sistema penitenciario debe obtener la justicia requerida. Según Foucault esto es un aparato de disciplina agotador, ya que debe incluir el conjunto de los aspectos del individuo; su adiestramiento fisico, su aptitud para el trabajo, su comportamiento cotidiano, su disposición moral, sus capacidades. Mas aún que en la escuela, en el puesto de trabajo o en las fuerzas armadas, que siempre implican una cierta especialización, la cárcel representa una disciplina total.

En la medida en que el cumplimiento de
las condenas se psicologiza, se pedagogiza, la psicología, la educación, la medicina, la asistencia social y el trabajo social obtendrán cada vez más poder sancionador y de control. Se puede considerar esto una equivocación, pero en realidad se trata de la separación disciplinaria de poderes como sistema de control.

 

         
   
         
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