hatsitu, combustión de 10 gramos de heroína
   
 

Un proyecto de Antonio de la Rosa

10 de marzo de 2007 de 21 a 24 h.


 

         
 
 

De Finisterre a Barakaldo y de Barakaldo a Cádiz. Doce metros cuadrados vacíos y para habitar. Puntos cardinales de una misma cosa, de querer ponerse y venga a ver quien se muere antes, de no poder.
Siempre con el no caer en la cabeza, con que otra componenda es factible.
Un camino labrado a imagen y semejanza de una imagen.
Y de pronto algo que te retrotrae, que te lleva donde no querías, que te lo recuerda.

 

 

Melodías y horas y más horas. Siete mil maneras de saber cómo no; y un olor o una pausa o un traspiés, cualquier cosa jugando al arrebato de ahora y ya.
Del Ferrol a Avilés y de Avilés a donde quieras. Diez gramos en el bolsillo y que te den, al Ferrol y a toda la puta intrahistoria de los españolitos. Ansiedades de una voluntad levantada por la nausea que en otros rostros es rechazo y simple hedor.
Reflejos y maneras de acercarse y un olor que recorre el espinazo.

     

    

 

 

 

 

 

Antonio de la Rosa

Viene desarrollando su trabajo oficialmente desde 1998, año en el que en otro espacio independiente, el Garage Pemasa, realizó “Dos rombos”, una instalación que cuestionaba el paraíso de la infancia y la familia. Desde entonces, han sido casi una docena de propuestas en que Antonio sobrevuela insistentemente ciertas constantes: las fronteras de lo legal y lo ilegal (“I don´t love you”, 2003); lo moral e inmoral (“Love real”, 2003 en la colectiva “De Luxe”), y la capacidad, a través del miedo y el autoengaño, de coartarnos insistentemente, de restarnos libertad. Constantes que va desentrañando buscando en los matices y los significados aparentemente olvidados, muchas veces perversos, que se esconden detrás de lo aceptado por todos, de lo normal.

Los mundos que sirven a De la Rosa para indagar en esas constantes, preocupaciones, se repiten: la infancia, el sexo y las drogas son quizá los tres más relevantes. Mundos en los que De la Rosa va entrecruzando significados, fragmentándolos, contraponiéndolos, superponiéndolos, liándolos hasta que van exprimiendo matices lúcidos en la mente un tanto zarandeada del espectador.

En “Hatsitu” se toca otra vez el mundo de la drogas, un mundo de evasión y libertad, un mundo penado y un campo abonado para la hipocresía.

No es la primera vez. En “No Smoking”, performance realizada en Casa de América, y en la performance “Lección magistral”, realizada en la Fundación ArtPalace (www.theartpalace.com) , ambas en el 2004; De la Rosa trabajó con cocaína en la primera, en su función más social y galante, y con la heroína y la base de coca, en la segunda. Lo social rozándose con la vergüenza y lo escondido, la alegría con la ansiedad, la marginación con el saber y la dignidad, el estar tirado con la generosidad, la ilegalidad con la institución... En ambas performances, como otros trabajos que tocaban, por ejemplo, más directamente lo político, (“Love is in the air”, en el 2002, y “Triple X”, realizada hace tres meses en el madrileño cine porno Alba y comisariada por 29 enchufes y el Invernadero Cultural), y como en definitiva en todo lo que hace este artista, destaca una concepción del arte festiva, con humor y sin violencia, aunque siempre el discurso sea acerado y crítico. Detrás de todo, queda la intención de ampliar los márgenes de libertad del individuo, siempre resaltando lo humano a pesar del hombre.

Pablo Caruana

     
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