Blue Moon Over
Lawrence Weiner, 2001
DVD, 6’
Lawrence Weiner es punto de referencia del arte conceptual desde sus comienzos en los años 60. Su obra se articula fundamentalmente alrededor del material lingüístico. De lo años 70 provienen ya algunas incursiones en el terreno cinematográfico. En Blue Moon Over, Weiner presenta una obra que enlaza su método conceptual de trabajo con imágenes en movimiento.
Aunque sus obras puedan mostrar cierta apariencia poética, se trata de todo lo contrario; no es con lo intraducible, lo no expresable, con lo que se encara, sino más bien con la necesidad de traducción, y por ende con la problemática de la interpretación. Weiner maneja el lenguaje de manera constructivista y no hermenéutica; no distingue entre substantivos o verbos, entre objetos y acciones. En sus proposiciones no se indica un sentido determinado:
“El arte que para su apreciación impone al receptor condiciones (...) constituye en mi opinión una estética fascista. Mi arte nunca da direcciones.”
En Blue Moon Over, el artista norteamericano aplica este principio de no direccionalidad, desafiando al espectador a producir significado apartir de conceptos en apariencia inconexos, un significado que refleje tendenciosamente la realidad del receptor. En este caso, sin embargo, convierte a la misma direccionalidad/no direccionalidad en el asunto de la obra: “En Occidente se da por sentado que toda la gente con cierta cultura entiende tanto el significado como el uso de la líneas rectas, mientras que de hecho una gran parte del mundo no entiende las líneas rectas.”
La comprensión de la “línea recta” no es una opción únicamente matemática, sino que está en relación con un discurso cultural. Norte, sur, este y oeste son también conceptos abstractos que presuponen la universalidad y que sin embargo se vuelven relativos con rapidez dependiendo del lugar donde uno se encuentre. Las líneas rectas son realmente escasas en un mundo que se muestra culturalmente muy dinámico y conflictivo.
Los conflictos momentáneos que preceden a una posible guerra lo demuestran. Se plantea la pregunta de si la realidad no está sujeta a un estado de flexibilidad conducente a una ininterrumpida interpretación de la misma – diferencia parece ser un concepto más apropiado que el de unidad, para representar nuestro acontecer cultural.
La característica común parece alcanzar cada vez un estatus más importante en un mundo en el que los conflictos son inevitables. “La gran tragedia no fue únicamente el ataque atómico contra Hiroshima, sino también el abuso continuado de la fantasía de la monarquía –lo uno encima de lo otro.”. Y más adelante: “y decían que no había futuro en el socialismo idiosincrásico (meritocrático).”. Las enseñanzas que se extraen del pasado no son por tanto más que interpretaciones, la cuestión es saber quién se sirve de éstas.
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No tiem to fall
Maria Friberg, 2001
bucle en DVD, 2’20’’
La CNN alcanza hoy en día a prácticamente cualquiera que disponga de una televisión. Maria Friberg se sirve en No Time To Fall de un material por tanto accesible: el primer discurso de George Bush como presidente de los EEUU televisado en directo por la CNN. Pero además se apropia de un canal (el de la televisión) con el que no comparte el modelo comunicativo emisor-medio-canal-receptor. ¿A quién pertenecen los media? ¿Cuál es el fluido de información que se desvía y al que tenemos acceso? ¿Existe la manipulación por parte de los media? Al parecer, sí, esto es lo que vemos através de las imágenes de Friberg. Con los medios más sencillos, manipula el discurso presidencial recortando huecos, pausas, intervalos, aplausos y todo aquello que en principio no se designaría como lenguaje.
Esas partes se convierten sin embargo dentro su contexto en el auténtico lenguaje de los media: la escenificación, la ovación, el traje que viste el hombre, el rostro, que, como escriben Deleuze/Guattari en su libro Mil Mesetas (1980), “es algo así como el centro de significación del cuerpo donde se fijan los signos del deterioro.(...) dentro del régimen de los significantes la cara es su propio icono.” En la cinta de Friberg, de aprox. 6’, se observan estas características muy claramente.
La presencia de Bush como icono de un poder hegemónico se representa como supersigno dentro de nuestro mundo de signos.
Su carácter real se encuentra sin embargo en estrecha relación con nuestra represetación del mundo. Nosostros, como espectadores, tenemos el auténtico poder de representar o bien de disolver los signos.
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