Un proyecto de Javier Soto

23 septiembre - 22 octubre



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Vista de 'Tres makeleles...' desde la calle


'Todo el arte del mundo'


'Cerdo (Paisaje manchego/ La tierra es la patria y la patria es la cárcel)'


El Pollo de la Paz

 

Se pueden contar con los dedos de una mano los artistas plásticos del estado español que hasta ahora hayan trabajado de manera continua con representaciones y alusiones explícitas al llamado “conflicto vasco”. Cosa que no deja de ser curiosa si tenemos en cuenta lo que significa para la vida política y social del país el separatismo, ya en los lejanos 80 Borja Casini afirmaba que España sería un país muy aburrido de no ser por el terrorismo de ETA.

Esta escasez de “producción subjetiva” en torno al terrorismo es más llamativa aún si tenemos en cuenta que la cultura política derivada de éste conflicto está marcada por la producción masiva de símbolos y consignas, iconografías rivales y escenificaciones mediáticas de uno y otro bando.

"Tres makeleles colgados del Árbol de Gernika", es una excepción, en éste proyecto de Javier Soto, se ponen en juego símbolos e iconos de naturaleza política, que transmiten un mensaje que no es sencillo: la dificultad de encontrar una posición propia, descentrada, desde la que observar, actuar o hablar. Y en este caso en un ámbito de conflicto vivo, in progress , en el que la violencia y la represión marcan la vida cotidiana.

Ésta es una muestra de pintura que también es una excepción a la “vuelta de la pintura”, porque también es propaganda, y la propaganda siempre ha estado mal vista desde el mundo del arte. Hay una estética de la propaganda, no solo por la ejecución técnica cercana al graffiti en unos casos, el cartelismo en otros, o la presencia de la palabra, sino sobretodo por la voluntad de ser una propaganda contra la propaganda.

 



 

Diego Rivera dijo en los años treinta que todos los pintores han sido propagandistas o no han sido pintores: “Giotto era un propagandista del espíritu de la caridad cristiana, el arma de los monjes franciscanos de su tiempo contra la opresión feudal. Brueghel era un propagandista de la lucha de la pequeña burguesía artesana holandesa contra la opresión feudal. Todos los artistas que han valido algo en arte han sido propagandistas de este tipo. La acusación familiar de que la propaganda es la ruina del arte encuentra su fuente en los prejuicios burgueses (…) Yo quiero usar mi arte como un arma”.

El radical crítico cultural Anton LaVey, en su escrito “ La Guerra Invisible ” hablaba de una guerra en marcha, no solo de fusiles y bombas “ahí afuera” (o “aquí al lado” podríamos añadir), sino también, y no menos importante, en la mentes: “Las refriegas tiene lugar en nuestra propia mente. Cuanto menos consciente es uno de la guerra invisible, más receptivo es al continuo proceso de desmoralización, pues el humano insensible es vulnerable, débil y está maduro para el control (...) Las vías de infección están en todas partes. Las "bombas" están cayendo a nuestra puerta todos los días. Los periódicos, la radio, la televisión... todos son catecismos de la desmoralización"”. Luccy Lipard propondría a LaVey una fórmula de resistencia volviendo a clamar, cincuenta años después de que lo hiciera Rivera, por la rehabilitación de la propaganda: “la buena propaganda” es lo que debería ser el arte; una provocación, un nuevo modo de ver y pensar sobre lo que pasa a nuestro alrededor".

 

 

El Perro

         
         
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Área de Las Artes  Centro Cultural Conde Duque